“UNA HERMENÉUTICA ANALÓGICA DE LA PALABRA REVELADA EN EL LENGUAJE CINEMATOGRÁFICO”
INDICE
Títulos.- Páginas.-
Introducción. 21.- ¿ Qué entendemos por Hermenéutica ?. 3
2.- Una Interpretación Analógica. 4
2.1.- El modelo Analógico. 4
3.- La Palabra Revelada. 5
3.1.-La Hermenéutica Analógica del Texto Bíblico. 6
4.- El Lenguaje Cinematográfico. 7
4.1.- Semántica del Film. 8
5.- Séptimo Arte:
Un Campo de Hermenéutica Analógica de la Palabra Revelada.10
Conclusión. 12
Bibliografía. 13
3.- La
Palabra Revelada.
Beuchot afirma que todo lo que la hermenéutica considera lo hace en cuanto texto, como susceptible de ser textualizado. Así, los medievales vieron como texto la realidad misma, el mundo como un texto cuyo autor es Dios. Decían que Dios había escrito dos textos: la Biblia y el mundo, aunque, más que escrito, este último fuera también prolación verbal, habla, pues la palabra de Dios actúa, hace, es acción significativa; Dios hace cosas con palabras[9].
Poseyendo este
presupuesto, afirmado por los medievales y que reproduce Beuchot, podremos
decir que, en sentido analógico y con bastante confianza, ambos textos
mencionados son la manifestación de la palabra de Dios, cada texto es
participación de Dios, dándose y donándose en su palabra, nos dice algo y se
dice a sí mismo, es palabra que participa su ser de modo pleno pese a las
limitaciones del “intérprete” que no puede evitar inmiscuir su subjetividad
para descifrar lo que dice, lo que revela de ella misma a través de su palabra
en la cual incluso revela su mensaje. Es la “Palabra revelada” en ambos textos,
como tan acertadamente los califican los medievales y Beuchot reproduce, el
mundo y el mismo texto bíblico.
3.1.-La
Hermenéutica Analógica del Texto Bíblico.
El trabajo de
interpretación es, pues, según Beuchot, un proceso durante del cual el
intérprete se da a la tarea de comprender un texto determinado, profundizar en
su comprensión y ser capaz de explicar, pero también, agregaría, de sospechar
de esa comprensión. En ese proceso, donde comprender es explicar y explicar es
comprender, lo primero que surge ante ese dato y sujeto es que el texto es una
pregunta interpretativa que requiere a la vez de una respuesta igualmente
interpretativa.
Todo lo dicho
anteriormente debe ser la meta del intérprete y de su tarea interpretativa;
esto es, hasta donde le sea posible, su meta debe ser discernir el mensaje tal
como lo habrían entendido los lectores originales, en cuanto destinatarios
inmediatos. El presupuesto que subyace detrás de este principio hermenéutico
filosófico es no sólo que es posible entender el mensaje del texto, sino que
también Dios ha comunicado a su pueblo un mensaje en ese texto, del cual espera
una respuesta como efecto de ese mensaje.
Ciertamente,
como cualquier otro ser humano, y con la lente cultural propia, cada
escritor/editor bíblico habría querido comunicar por medio del texto que
escribió un contenido entendible que pueda producir un efecto transformador en
los lectores de todos los tiempos. Es que Dios quiso que su revelación escrita
funcionase como una ventana a través de la cual se pudiesen ver el mundo
textual y cultural e ideológico del texto y su mensaje.
Desde una
perspectiva hermenéutica, lo anterior es innegable como lo es también el tener
como meta de la tarea interpretativa el discernir y entender de la mejor manera
posible ese mensaje histórico original. Sin embargo, habría que preguntarse si
cada uno de estos autores/editores habría querido realmente comunicar un único
y claro mensaje o, en su defecto, múltiples, contradictorios y hasta místico o
escondido, como proponen respectivamente las hermenéuticas univocista y
equivocista. Por esa razón, se podría argumentar que, la interpretación
analógica estaría contribuyendo tanto a evitar las debilidades y peligros de
las interpretaciones ya mencionadas como a impulsar el equilibrio analógico que
tanto se urge en todos estos campos.
Aunque falta
mucho por desarrollar en cuanto a la estructura, la función y el aporte de la
hermenéutica analógica, considero que es en este punto donde se puede ver cómo
ella contribuye filosóficamente, en suma, de dos maneras valederas en nuestro
proceso de interpretación del texto bíblico. La primera es proveyéndonos de
varios sentidos legítimos del texto, no solamente de uno claro, preciso y
objetivo; así, nos impide caer ingenuamente en lo unívoco, que considera se
puede recuperar el significado total y exacto de un texto, autor o hablante. La
segunda, permitiéndonos en ese mismo proceso ese equilibrio o punto intermedio
prudencialmente analógico, al ayudarnos a evitar no sólo el univocismo, sino
también dispersarnos en el equivocismo extremo que prolifera en la hermenéutica
actual.
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