jueves, 20 de noviembre de 2014

1.- Ser tomados en las manos de Dios


Y lo encontramos en Lucas 22:19 Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".

1.- Ser tomados en las manos de Dios (A los pies del Maestro)
2.- Ser bendecidos
3.- Ser partidos
4.- Ser repartidos
5.- Ser transformado en otro Cristo (maestro)
6.- Ser comido
7.- Enseñar a Ser Discípulos y formar comunidad



1.- ¿Cuánto tiempo pasas en las manos del Maestro?

"Baja ahora mismo al taller del alfarero,
y allí te haré oír mis palabras".

Es preciso dejarse tomar por Cristo como el barro en las manos del alfarero, como un pedazo de madera al cual el Tallador le dará una nueva forma. Quien ha encontrado a Jesús y experimentado las primicias de la Liberación no solo es diferente; es totalmente nuevo, criatura nueva, como dice San Pablo. Este "Ser Nuevo", ser diferente, tiene que notarse y sólo podrá ser posible en la medida en que permanezcamos más continuamente en las manos del Alfarero. A los pies del Divino Maestro presente Vivo y Real en el Santísimo Sacramento del Altar. Pero es Jesús quien toma la iniciativa al elegirnos y llamarnos a dar muchos frutos para que permanezcamos en Él, para la Gloria del Padre. Pero es permaneciendo en Él. Será entonces cuando deberemos ir dando el primero de los pasos de exigencia evangélica: ¡Renuncie a sí mismo! 


Estoy firmemente convencido
de que aquel que comenzó en ustedes la buena obra
la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús.


Para poder medir de forma visible y práctica la realidad del autoabandono, autoentrega, en las manos del Alfarero, entre otros y además del creciente deseo y gusto por la oración, adoración, contemplación y la alabanza, les propongo tres elementos que debemos observar poderosamente en nuestro Ser Nuevo.

a) Experiencias de fe

La vida cristiana debe ser una interminable serie de experiencias de Dios por la fe. No sólo debe iniciar con una verdadera experiencia de encuentro personal con Cristo, sino también debería existir una continua vivencia de muchas otras experiencias de Dios. Básicamente la vida eterna consiste en conocer al Dios invisible a través del Dios visible, su Enviado, Jesucristo. Por eso, no puede existir cristiano maduro en el que no se haya manifestado de muchas formas la gloria de Dios y vaya caminando de fe en fe, experimentando de muchas maneras que Jesús es el Salvador, el Señor y el Mesías.

b) Buena noticia que se vive

A veces se olvida que el Evangelio es una noticia, y noticia buena. Es decir, el anuncio alegre y jubiloso de algo que ya sucedió. Lo que ya sucedió es que tu Dios te creó desde la eternidad, se encarnó, padeció, murió, resucitó y te redimió y además ya lo haz conocido de forma personal. Eso ES suficiente para vivir una vida de gozo por el amor demostrado por tu Dios y tu rostro, tu cuerpo debe enterarse que tu espíritu vive la Buena Noticia. La proclamación está basada en un feliz anuncio: ¡Jesús ya nos salvó! Jesús ya quito el pecado del mundo. El Reino de Dios está en medio de nosotros. Vive la real esperanza de la Parusía, Ya has sido redimido y Ya Cristo vive en ti pero aún falta.


c) Poder del Espíritu que se experimenta

Sólo el Espíritu Santo nos hace pertenecer a Cristo, Él es el principio de la Vida Nueva que Cristo vino a traer a este mundo. Abandonarse en las manos del Alfarero, en las manos del Tallador, significa abandonarse en su Espíritu, confiar en el mismo Espíritu y en sus inspiraciones. El Espíritu Santo da testimonio de Cristo en nuestro corazón y nos capacita para proclamarlo como Señor de toda nuestra vida. Si no confías en el Poder del Espíritu y lo no lo dejas actuar en ti y a través de ti ¿Cómo puedes haberte abandonado verdaderamente en las manos de Dios? Este mismo Espíritu es el alma de la comunidad de creyentes que enriquece a todos sus miembros con variedad de frutos y carismas, para proclamar el Evangelio con poder:

"Así dice el Señor Yahveh:
He aquí que voy a abrir sus tumbas;
os hare salir de sus tumbas, pueblo mío,
y los llevare de nuevo al suelo de Israel.
Sabrán que Yo soy Yahveh
cuando abra sus tumbas
los hare salir de sus tumbas, pueblo mío,
Infundiré mi Espíritu en ustedes y vivirán".

Nadie puede transmitir amor si de alguna forma el mismo no ha experimentado el amor de Dios que nos amó primero y lo derramó en nuestros corazones por el Don de su Espíritu. Así pues, no se puede llegar a la meta si no partimos del principio: la experiencia personal de la salvación en Jesús, que nos mueva a ser instrumentos de su misma salvación para implantar su vida en todos los ambientes donde nos encontremos. Hoy día, más que nunca, la Iglesia está precisando ese nuevo Pentecostés que manifieste con claridad y poder la vida abundante que Cristo vino a traer a este mundo.

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