sábado, 2 de junio de 2012

La Escucha Empática en los Formadores


INTRODUCCIÓN
 
Cada hombre que viene al mundo es algo absolutamente nuevo que se presenta a la realidad, se hace existente. Dicha existencia no es transmisible, algo que pase de padres a hijos. El contenido genético es lo único que pueden entregar los padres, pero que no determinan el “yo persona”. El hijo es un nuevo ser que se descubre “yo” a sí mismo.
Ha surgido un nuevo tú[1] que tendrá que autodeterminarse a sí mismo o, más aún, descubrir su verdadera y propia identidad en medio de una civilización degradada a una comunicación monologal rebosante de información de tipo anónimo[2] que más que contribuir a la búsqueda y desarrollo de la identidad del “yo persona”, arrastra a la dilución y pérdida del yo en un ensimismamiento egocéntrico propiciado por tales situaciones.
Por dicho motivo estudiaremos en este trabajo monográfico la escucha empática en los formadores que, teniendo en cuenta, estos, dicha coyuntura, deberán encontrar herramientas que ayuden a los formandos a salir del desértico yo motivándolo a entrar en un tú que, enriqueciéndolos cognitiva y experiencialmente, ayude a aclarar su propia identidad, su yo persona, la realidad de su cuerpo sentiente.



[1] Cf. Víctor E. Frankl, El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona, 1991.
[2] Cf. H. Gadamer, Verdad y Método II, Sígueme, Salamanca, 1998, 210.


Monografia la escucha empática en los formadores

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                      CONCLUSIÓN 

De este modo y habiendo descubierto cómo la escucha empática humaniza más, no sólo al formando sino, la formador mismo ayudándolo a entender, comprehender y responder más adecuada y responsablemente a la experiencia única del tú, del formando, pueda, el primero, salir de sí para entrar en un contexto de movimiento no reservándose, limitándose durante el proceso de acompañamiento, sino, impregnándose del espíritu empático e impregnando a quien tiene en frente a través del diálogo.
Sólo así hará oportuno el descubrimiento y desarrollo de la identidad del yo persona y de su realidad, del formando, como cuerpo sentiente y más aún el descubrimiento, no sólo del mismo, del sentido de su existencia, sino también, con esto, del encuentro con el propio sentido de su existencia. Esto para todo formador.


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