sábado, 30 de enero de 2016

No tengas miedo, sólo ten fe - Esperanza


“No Tengas Miedo, Sólo ten Fe” Lo leí hace poco. Sí, es algo que necesitamos repetirnos. Pero ¿por qué? ¿Cuál es el tema de fondo? No quiero pasar de pretencioso, ni de sabio, ni mucho menos por experimentado. Sólo no tendré miedo de sus prejuicios y tendré fe en el que es mi inspiración, tendré fe en lo que pone en mi corazón.

¿Qué es para ti la esperanza? ¿Cuál es la esperanza que alberga tu corazón? ¿Qué esperas para esperar en algo, con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, con toda tu mente? Espera en el dador de la fe, espera en Dios.

Me da la impresión que en gran medida nuestras aflicciones son un problema de esperanza, nuestros temores salen de las peores encrucijadas de nuestro racionalismo, de las maquinaciones de nuestra mente y deben ser combatidos por el valor que mueve nuestro corazón, el valor gestado por la fe que hemos recibido como don precioso del Espíritu de Dios.

¿Crees en Dios, Crees en su promesa? ¿En dónde depositas tu fe? ¿En quién depositas tu esperanza? Si crees en Dios, cree en la gloria futura, mueve tu voluntad y tus actos teniendo la Esperanza del Reino Eterno como tu norte. Déjate guiar por su Espíritu quien seguirá avivando el fuego de la esperanza con cada una de las inspiraciones que abrases y las asumas en Fe.

Podría dar muchos otros ejemplos y de hecho los hay más importantes de los que hoy mencionaré. Los que uso hoy son porque de algún modo inspiraron esta nota y son situaciones que vi o experimenté en los últimos meses. Fray Nelson Medina publica reciente mente: También nuestra ira necesita ser purificada. Este título me hizo reflexionar en relación a la Esperanza. ¿Cómo están nuestros sentidos y sentimientos, de los que nos llamamos personas de fe, de oración o siervos del Señor?

Muchas veces sucede que trabajando por el Reino de los Cielos confundimos tanto la idea de Prudencia, que es una Virtud también dada como don del Espíritu, y nuestra mirada, nuestra mente, nuestro corazón, en fin; nuestros sentidos y sentimientos son faltos de purificación sosteniendo una irreal prudencia. Me explicaré mejor con los ejemplos que mencionaba antes.



Dos personas, un varón y una mujer, deciden construir una amistad. Veamos situaciones de ambos lados. Si la chica es amable, afectiva, dulce, atenta y cariñosa; pareciera que la mayor probabilidad está en que el joven fantasee y crea que ella quiere algo con él por lo cual meterá la pata, ella se sentirá ofendida y se arruinará la amistad. Si el chico es amable, afectivo, dulce, atento y cariñoso; pareciera que la mayor probabilidad está en que la joven piense que él tiene intenciones ocultas y está buscando algo con ella y no una amistad sincera.

Vuelvo a aclarar, lo que es prudencia hay que tenerlo claro y tampoco pasar por tonto e ingenuo. Hay de todo, sí. Pero si tengo esperanza y yo pretendo ser honesto y sincero, también debo esperar eso de los otros. En el caso de la mujer afectiva se defenderá diciendo que porque ella sea amable y atenta no significa que quiera algo con él. Pero si es el hombre el afectivo será acusado de que los hombres no hacen eso si no tienen intereses ocultos. ¿Dónde está la coherencia?

Parece ridículo y exagerado pero demos un paso más. Estamos trabajando en los grupos juveniles o parroquiales y la relación con el resto muchas veces está basada en una actitud defensiva, tenemos la idea de que el otro es el anticristo que viene a destruir la obra de Dios que “Yo Estoy Construyendo”. Cualquier comentario y/o acción que no sea acorde a mis parámetros se torna algo personal y lo asumimos como agresión.

El asunto es que nuestra capacidad de amar y de dejarme amar no está sana. Eso es algo común y fruto de nuestra historia. Pero también lo considero algo que puede sanarse más rápidamente si nos sostenemos a la espera de la Esperanza. Estamos de acuerdo que la Santidad tiene que ver con la Felicidad y esta necesariamente tiene que ver con la Esperanza. Y así es como doy testimonio y puedo ser motivo de conversión. En realidad somos felices en medio de las adversidades, no porque todo nos salga bien sino, porque a pesar de los sufrimientos de esta vida esperamos participar de La Gloria Eterna en la presencia del Señor por los siglos de los siglos.

Si tu amigo está dispuesto a cruzar las fronteras sólo por ti y eso te produce miedos, dudas y te inquieta; pide a Dios que sane tu capacidad de amar y de dejarte amar. Asume tus miedos y enfréntalos con el valor que ha gestado la fe en tu corazón. ¿Cómo puedes decir que confías en alguien que te asusta que se acerque a ti? ¿Cómo podemos construir fraternidades, comunidades de oración en nuestro servicio a Dios si esperamos primero lo peor del otro y no tenemos nuestra mirada firme en la esperanza de que la misma obra que Dios está haciendo en mi corazón, la está haciendo en el corazón de mi hermano?

Si esperamos en el Señor las cosas que nos parecen imposibles se realizan por su gracia y los miedos son derribados por poner nuestra fe en aquel que todo lo puede. “Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor.” Salmo 27, 14.

Dedicado a María V. F.